martes, 29 de abril de 2008

El templo de Tassa

Detrás del volcán Ubinas y en la margen derecha de la cuenca superior del río Tambo, está el pueblo de Tassa -una comunidad de la sierra moqueguana- a donde se llega luego de ocho horas de viaje por un tortuoso camino que transita un añejo bus dos veces a la semana desde Arequipa.

Tassa está hecha de piedra pero en sus viviendas no habita nadie y el templo no recibe fiel alguno. Los pobladores abandonaron la zona debido a una falla geológica que removió los cimientos de sus casas, hundió el piso de las aulas del único colegio, fracturó el terraplén de la plaza principal y resquebrajó toda esperanza de habitar este bello paraje.



Cuando el suelo empezó a fracturarse cada día con más frecuencia, la mudanza se tornó obligatoria y los campesinos cargaron con todo, o mejor, casi todo. Dejaron parte de su vida. Y retornan aquí, a recogerla de cuando en cuando, sobre todo los que al menos han pasado las cinco décadas. Nostálgicos, llegan con la suficiente fuerza para reconocer en las calles sinuosas de Tassa las imágenes perdidas de la niñez, los recuerdos calientes de la adolescencia o el aura de los amores ya ausentes.


El pueblo nuevo se ha instalado a unos 600 metros de distancia, en una explanada superior de la ladera derecha del valle, pero no tiene el encanto de la añeja Tassa pues las construcciones ya no son de piedra, ni techo de paja a dos aguas. Ni siquiera el trinar de los pajaritos parece ser el mismo de antaño.