viernes, 30 de noviembre de 2007

En las puertas del Candamo

El valle de Inambari, en el extremo nororiental de la provincia de Sandia es zona de amortiguamiento ecológico de la Reserva Nacional Tambopata – Candamo y muestra el clima y la biodiversidad propia de los bosques tropicales de Sudamérica: fauna y flora en abundancia, y un clima cálido y húmedo. Allí crece el bambú, la palmera, el naranjo, el cafeto, y cómo no, la coca. Puede uno toparse por los senderos que se abren entre el tupido y agreste follaje con puyulis o sihuairos (roedores gigantes comestibles), sachacuchis (sajinos) y serpientes, o escuchar el
colorido trinar de los tiro-tiro, los loros negros de cola amarilla; o el persistente traqueteo de los pájaros carpinteros.

Los conquistadores de la selva, familias jóvenes que han huido de la pobreza de la sierra apenas encuentran medios para subsistir en el monte, pero tienen al menos el motor de la esperanza que los impulsa hacia la aventura y a convivir con el bello paisaje del Inambari, que junto al Tambopata, son los dos valles de ingreso al Candamo. Una riqueza que nos prodiga la naturaleza para protegerla, sobretodo ahora cuando la manifiesta voracidad de las compañías gasíferas y petroleras se alía con un Estado y un Gobierno desinteresado y débil para defender lo que le pertenece a todos los peruanos.

La intención de excluir del Parque Nacional Bahuaja-Sonene un total 209 mil 782 hectáreas para destinarla a la explotación de los hidrocarburos pone en riesgo la biodiversidad del Candamo pero a su vez muestra la fortaleza del movimiento ambientalista en el Perú y en el mundo. La propuesta gubernamental hasta el momento ha quedado en suspenso. No es para menos, estas fotos, por ejemplo, muestran la riqueza ecológica de la zona, y allí habitan peruanos como nosotros, como estos niños a orillas del río Inambari bajo el puente Chilcayoc.